-¿Has muerto?
-Por dentro sí
-No te lo crees ni tú
-Supongo que no lo sabremos, hasta que alguien se adentre lo suficiente, para ver qué ha quedado de la última explosión.
Alcanzaron la sincronización perfecta:
Los latidos de su corazón sonaban igual que los pasos de ella alejándose.
Estoy aquí a solas con mis pensamientos. A medida que la conversación avanza, me he dado cuenta de que el punto desde el que partimos ha cambiado. La luz tampoco es la misma. Por sus repuestas, empiezo a intuir, que quizá esta emboscada no sea del todo fortuita.
La vida le susurró a la oído:
Aquí tienes heridas para rellenar tu tintero.
Y a la escritora se le acabó su bloqueo.
Quemé toda la ciudad,
hice un enorme socavón,
lance dentro las cenizas
y enterré lo restante.
Y cada cierto tiempo,
sobre todo cuando llueven
fechas señaladas,
una astilla quemada
se me clava entre las uñas.
Tu recuerdo no se marcha.
Cuando algo merece realmente la pena, lo más complicado resulta siempre, cerrar el último eslabón de la cadena.
Ya no buscas motivos para avanzar,
sino excusas para quedarte.
No todos los lastres son reales.
Sigo caminando por este muelle de madera, a la espera de que me alcance tu mano, antes de que suba la marea.
Da igual cuanto gires el guion de esta veleta, no volverá a marcar nuestro norte. El viento no llama tres veces y nuestro segundo vuelo queda ya muy lejos. Nos quedan las alas, en diferentes cielos.
En vez de adaptarnos al cambio, seguimos golpeando el mundo, que nos habíamos creado en la cabeza, contra la realidad imperante, da igual cuanto daño nos hagamos fracasando para que encaje.
En la mayoría de castillos del mundo,
quedaban ya pocas princesas.
Muchas habían renunciado
y otras eran reinas,
pero la inmensa mayoría había ido a la guerra.
Lo importante es que ahora ellas podían elegir.
Veo que sigues por aquí
que puedes irte, pero no huir,
que la luna de miel termina
y la realidad pesa demasiado
para no seguir siendo tu misma.
Sigues usando mis palabras
como último bote salvavidas.
¿Cuántas grietas hacen falta para crear un vacío?
¿Cuántas veces puedes romperte antes de llegar siquiera a partirte?
¿Cuántos suspiros mudos hacen falta para llenar este silencio?
Atrapado entre dos tierras
sobre un mar que se está secando,
por un sistema impredecible de goteo,
que pronostica una irremediable caída,
si no acaba conmigo antes el vértigo.
He regresado a mi tierra,
al palpitar de mis raíces
mi espíritu crece en armonía,
allí donde no puedas talarlo,
mis ramas ya no tocan tu abismo,
la primavera se abre paso.