Era de otra galaxia
pero nadie te oye reír en el espacio,
por eso supe que no era para mí.
Escuchando a mi tripulación
y pensándolo con la razón,
volví a tener los pies en la tierra.
Aquí estamos otra vez,
más vencidos por la vida
menos dispuestos a creer
envueltos en la misma tristeza
que un día creímos comprender.
Suerte que tu mano sostiene mi mano
y pasa lo mismo al revés.
No veo otra forma de abandonar este acantilado.
Aguantabas tus propios reproches con una sonrisa en la cara.
Faquir de malas decisiones.
Si te quedas las cenizas
no las guardes como en un velatorio,
planta de nuevo en ellas,
las ilusiones que un día ardieron.
El ave fénix está más cerca de lo que piensas.
Ninguna maleta pesa
cuando llevas los recuerdos de las personas que quieres en ella.
Y quizá, si dejas de preguntarte hacia dónde te están llevando tus pasos y empieces a tomar caminos más allá de tus círculos concéntricos, encuentres durante el viaje aquel lugar que algunos llaman felicidad.
Cada paso que doy contigo,
es un baile,
porque tú eres música.
Ninguna historia tiene equilibrio
sin varios punto y aparte.
Pasa lo mismo con la vida.
Reinventaba su partida
como si viviera en un eterno jaque.
Así era el juego de aquellos días.
Mentiría si dijese que nunca me di por vencido, pero estamos en la edad justa para sorprendernos al descubrir que una parte de nosotros nunca ha dejado de creer.
Si aprendiéramos a contar
los días que no cuentan,
el resultado final siempre daría cero.
El resto de piezas siempre se preguntarán los motivos que llevan a la última a esconderse en algún remoto lugar para no completar el puzle.
Cada década debemos rescatar, al menos cinco cosas que nos hacían felices y ya no hacemos. Hay tanto de pasado en este futuro que nos envuelve.
La música,
la más perfecta máquina del tiempo,
que casi,
ni la canción importa.
Si tanto cambiaron las cosas en un año,
pregúntate cómo quieres mirar el año que viene,
a este punto de partida.