Sabiendo que voy a caer una infinidad de veces, prefiero abrocharme la maleta a la espalda y como pelota de goma que vuelve a subir, imprimar mi fuerza para llegar más alto, tras cada caída.
Apagamos los destinos
y encontramos las alarmas
que frenaban nuestros pasos
limitándonos a soñar lo que despiertos solo podíamos imaginar.
Si no bajas tus defensas
nadie podrá cruzar a tu castillo de una pieza.
Llenabas tu vida:
de planes,
para evitar el vacío;
de música,
para huir del silencio;
y de excusas,
para que nadie volviera a hacerte daño.
Nunca supiste pagar
el tributo del arrepentimiento,
de aquel que corta la relación
pero no puede dejar de echar de menos.
Y sigue volviendo.
Te haré una cabaña,
a la que escapemos juntos cuando ya no se pueda huir más.
Estará escondida junto a esta realidad, pero de alguna forma, todo dolerá un poquito menos.
Allí nos volveremos a encontrar.
Ella olía a tormenta de verano, de esas que quedaron en la infancia, un instante antes de correr, hacia la edad adulta.
Pensé que el destino me había elegido para salvar tu mundo, pero aquella era otra historia.
Los años pasaron despacio desde que te marchaste, como una puerta que avanza lentamente, sin llegar a cerrarse nunca y por la que algún día, esperaba volver a verte.
Construía y reconstruía
sus castillos en el aire
conforme la vida se dedicaba a demolerlos,
no le importaba,
siempre y cuando mantuviera la ilusión
para seguir creando los materiales.
No tenías por qué salvarme,
irte no te hizo culpable,
pero qué bien hubiera quedado mi cabeza sobre tu hombro, para que perdieras la etiqueta de cobarde.
Al mirarme pensó
que mis ojos eran un espejo
porque veía el mismo miedo que en los suyos.
Así que decidió
quedarse para siempre conmigo
porque en sus abrazos sintió
un hogar tan cálido como en los míos.
Cuando lo haces por cumplir y no por cumplido ¿se le sigue llamando escribir?
Luchabas contra las cicatrices,
quedándote a vivir en las heridas.
Cautiva del tiempo.
Guerrera de vida.
Me quedo fuera del ring, simplemente para decirte, que tienes todo el tiempo del mundo, que no va a sonar ninguna campana y para que cuando quieras tirar la toalla, recuerdes, que hace años que es pasto de las llamas.
No te rindas.
Sigue adelante.