Ninguno de los dos renunció a nada. Tú aceptaste el amor que creías merecer y yo acabé encontrando a la persona que buscaba. Aposté por mí, para no volver a perder.
De pronto la canción termina y la persona sentada en la mesa levanta la vista más allá de su cubículo, de la habitación, del edificio e incluso de la ciudad. A lo lejos se oye un avión despegando: alguien acaba de salir de su vida.
Este año mordiste el polvo y escupiste un castillo de arena. El foso lo llenaste con sudor y lágrimas; e izaste el «no me rindo» por bandera, dejando muy claro al año que viene, que trajera la paz, si no quería comenzar una guerra.
Sigues mi luz como si hubieras visto el final de una larga cueva. Pero olvidas que solo se construye un faro, cerca de las costas más destructivas.
Tú querías hacer noche en el puerto, yo quería amarrar dejando atrás la tormenta que me perseguía. Al alba no sabíamos con certeza quién había saqueado a quién.
Sus personas más queridas, le operaban a corazón abierto en un bar, para aliviar las pequeñas fisuras que el año le había dejado.
Miles de horas escribiendo, creaban menos mundos que una tarde suya sonriendo.
Mientras sigamos siendo libros inacabados, aún podremos tener la historia que merecemos. Solo hay que seguir escribiendo.
Cada vez que sentía que había perdido algo de su ser, recurría a un amigo y le decía:
-Reinvéntame
Y esa persona juntaba un lugar, un instante y un superpoder que compartieron juntos, para que todo volviera a ser.
Hay que suprimir las puertas de la vida. Si alguien quiere marcharse, encontrará la forma aunque construyas laberintos. Si alguien quiere quedarse, lo hará sin condiciones ni cerraduras.
Habrá momentos en los que tendrás que venirte abajo también por fuera, para poder liberarte por dentro. Porque hasta las nubes del atardecer, alguna vez han sido tormenta.
Esto que estás leyendo es una carta hacia mi «yo» de 2030. Por favor, si en alguno de los siguientes puntos, has cambiado tu forma de ser, quiero que mires hacia este mismo instante y encuentres la forma de remendar aquellos días.
El mayor defecto que se presenta en la raza humana, es el de comprender lo que es importante en la vida cuando ya ha pasado demasiado tiempo.
Su risa zarandeaba mis cimientos, que al tener tantas fracturas, no parecía ser lo más idóneo para un edificio en ruinas, mas su sonido se colaba por mis adentros devolviendo a mi mente la condición de hogar en mi vida.
Atesoro aquel recuerdo al que vuelvo como si fuera mi libro favorito leído siempre por primera vez.
No hay forma correcta de acabar con un calendario, pero deberíamos marcar los días que pasamos con aquellos que nos hacen felices y llevárnoslos al del nuevo año.