Poco a poco va entrando la luz, hasta que un día te das cuenta que siempre ha estado ahí, solo que no estabas lista para verla.
La vida elige varios momentos para confrontarnos, para mirarnos a los ojos y decirnos: ¿realmente tienes lo que quieres o te has conformado? Y creo que el éxito y la felicidad, se basan en gran medida en eso, en tomar la decisión con ojos de niño.
Para bien o para mal,
lo único bueno que nos dejan determinadas personas
es su gusto musical.
Al hacerte mayor descubres que demasiado tarde nunca es una cuestión de tiempo sino de sentimientos.
Apoyas tu cara contra mi pecho con tanta tranquilidad que me siento lo bastante fuerte como para creer que nunca llegaré a naufragar.
Creí haberte visto en aquel sueño, pero quizá fue un día real. No recuerdo cómo había llegado allí, pero tampoco creo que despertando pudiera escapar.
He mirado tantas veces hacia atrás, que ya no distingo qué es pasado y qué está por pasar.
La realidad es tan amplia que resulta una enorme temeridad no buscar diferentes lugares y perspectivas desde la que observarla. Como si viviéramos mirando a través de una caja de zapatos.
Recorro tu espalda con la calma que solo posee un inmortal y con la certeza de que mientras no se pierda esta conexión, el tiempo permanecerá parado para siempre.
Sin llegar nunca a saberlo, comenzaba a recorrer el largo camino de vuelta a casa el día que nos conocimos.
Cuando el tiempo, la distancia y el olvido no pueden acabar con el amor, solo queda destruir los restos del mito, para poder hacer hueco en el corazón.
El que busca enemigos, acaba también encontrando aliados, sin embargo, suele ser complicado acertar el bando, hasta que es demasiado tarde.
El día que empieces a quererte a ti misma, dejarás de perseguir tu reflejo en los ojos de cualquiera que te mire mejor de lo que tú te ves.
No existe defensa
contra tus ataques de risa
porque nadie quiere encontrarla.