Escribo sobre otras,
sobre chirridos en la noche,
sobre robots que fallan,
sobre detectives borrachos,
sobre tortugas y hadas,
y sobre viajes de heroínas.
Pero cuando las leo en voz alta,
todas las historias me hablan de ti.
Ya no publicas las citas,
que solían hablar de ti.
Has abandonado la risa
que solía encajar en ti.
Olvidaste todo lo bueno que quedaba, de ti en ti.
Aunque esta carta en la botella, acabe llegando a las redes de millones de desconocidos, déjame decirte claro, que ni te quiero, ni te olvido.
El viento me lleva en círculos por este desierto de sal,
los espejismos siempre son los mismos,
solo van disminuyendo las ilusiones que intento proyectar.
Eres de los lugares a los que huye tu mente cuando evita las vorágines de pensamientos interminables.
Determinadas palabras
solo encajan en los huecos donde una vez
nos hicieron daño.
Quizá todo consista en encontrar la forma de arte que nos salvara de esta semana.
Seguimos recorriendo los mismos surcos en los que caímos una vez y cada año los vamos hundiendo a nuestro paso, hasta que ya es demasiado tarde, como para poder salir solo caminando.
Pretendo cambiar el mundo, que hay tras tus párpados, recuperar la mirada objetiva que han enturbiado los años para que vuelvas a verte a ti misma, como a una puesta de sol en verano.
Los escritores de antaño sentados en una vieja cafetería apuraban el whisky y sabían que les aliviaban más las palabras en su cuaderno, que el alcohol en sus venas.
Hay personas que consiguen hacer la vida tan cuesta abajo, que solo puedes abrazarlas y esperar que el tobogán os lleve hasta el punto más lejano posible.
Dejar ir
lo que nunca tuve,
buscar
lo que nunca encontré
y seguir
por donde nunca estuve.
Nunca fuiste de esperar al sol, si en la misma noche podrías volver a intentarlo todo. La imaginación siempre está más viva en la oscuridad.
Envíame una señal de vuelta, que no rompa este silencio, ni reduzca esta distancia, pero que nos recuerde a ambos que alguien nos espera al otro lado de esta espera inacabada.
Mientras conjugaba la vida me di cuenta de que, para que «yo» fuera presente y futuro, «nosotros» tendría que ser inevitablemente algo del pasado.