Aún te escribo a veces por aquí, con un par de metáforas y tres giros de guion, seguimos echándonos de menos, nada permite que se apague esta conexión.
Cada verano que hay supermarea, el mar desentierra nuestras huellas de la playa. No importa dónde nos encontremos, nos siguen ardiendo las plantas de aquellos días.
No se pueden ignorar las campanadas de cuenta atrás de una despedida que acecha entre los miedos.
El tiempo se detuvo en el reloj de la torre más alta de la ciudad. Incluso los más optimistas tuvieron que admitir, que en algunos instantes, se estaba volviendo una carga difícil de soportar. Pero que algún día volvería.
Hacía demasiado tiempo que debía escribir las historias y no conseguía que estas fluyeran a través de sus manos. La musa estaba, otra vez, con el síndrome de la página en blanco.
Querías tener las respuestas antes de que surgieran las preguntas, mas la vida nunca fue un concurso que daban por la tele. Los premios se consiguen por el camino, nunca al final.
Quizá si sigo haciendo estas pequeñas cosas con cariño, un buen día acabarás aceptando como normal, todas las cosas buenas que te mereces desde niño.
La luna observa cada noche el mismo banco, preguntándose cuánto tiempo hará falta para que vuelvan a alinearse nuestros astros.
Cualquiera puede idealizarte, decirte que eres perfecta, yo solo quiero admirarte por las cosas que salen de tu cabeza y limar con tiempo las inseguridades que nos han impuesto los cánones de belleza.
Cuando te alcanza una certeza de la vida, no hay razón ni ciencia posible, que deniegue un futuro que nos acecha.
La vida es como saltar a la comba, por mucho que practiques, tarde o temprano te va a llevar por delante. Pero como todo reto, tú decides las veces que vas a levantarte y volver al juego.
Sigo buscando la ilusión de aquellos días, en los que las vacaciones era una aventura y no una huida.
Anhelas encontrar algo que arroje un poco de luz, pero no dejas de perder mecheros, como un eterno fumador que busca desesperado alguien que pueda compartir, por una noche, su fuego.
Apareciste como un simulacro de fuegos artificiales.
Yo me quedé esperándote en una noche nublada de lluvia, luna llena y esperas interminables.
Habrás perdido trenes, barcos y aviones
por las personas equivocadas
pero la esencia de la vida
consiste en seguir viajando.