No importa lo lejos que pinte mi línea hacia el futuro, la espiral de la vida siempre vuelve a unirla con tu punto.
Quemaba el tiempo hasta encontrar alguna señal de humo sobre su futuro.
Estuve escribiendo sobre ti.
No para intentar que volvieras, ni para hacerte cambiar de opinión.
Solamente quise que durante un breve periodo de tiempo, volvieras a ser eterna.
Los días de mucho frío
que paso cerca de tu casa
aún abro el capó del coche
por si tu corazón se hubiera escondido, buscando un poco de calor.
Yo que he vivido en tu boca
aguardado paciente tus silencios
y recorrido los hoyuelos de tu sonrisa. Espero que entiendas que en esta noche, te echo mucho de menos.
Aunque pueda esperarte mil y una vidas, todo parece indicar que si no eres sincera contigo misma, esta la tengamos que dar por perdida.
La vida es una frase que alguien empezó por nosotros y que seguimos construyendo con palabras sin saber muy bien cómo vamos a acabarla.
Todos los barcos a los que salto, hace tiempo que zarparon,
pero yo seguiré viendo el reflejo de su recuerdo sobre el agua,
hasta el día en el que consiga salir de este puerto.
Mi plan es seguir improvisando, para que un buen día el destino no tenga más opción que atropellarme, porque he aparecido en un lugar donde no me esperaba nadie.
La nostalgia y la morriña se encontraron en una tormenta de recuerdos encadenados.
La música triste recorría tus venas como una carrera imposible de perder, que te inundaba y te mantenía seca a la vez.
De tanto jugar al Mahjong descubrí que da igual las parejas que tengas a lo largo de tu vida, lo que importa es el momento correcto.
Anoche me fui sin escribirte,
tú tampoco lo recordaste,
las palabras siempre te estarán esperando,
aunque al leerlas ya no sientas nada de lo que fuimos.
Ella pasaba fugazmente y él siempre deseaba que volviera.
La vida pasó tras infinitos instantes de felicidad.
Cada vez que me bajo de un tren,
miro a ambos lados del andén
por si después de tantos años,
tú y yo volvemos a coincidir
en la misma estación de la vida.