Eres una estrella antifugaz porque llevas mucho tiempo desaparecida y ya es hora de que empieces a brillar.
A veces hago trampas a mi propio juego,
solo para que tú sigas ganando.
Creíamos luchar por nuestro amor,
pero solo defendíamos nuestra zona de confort.
Haciendo espirales desde tu ombligo, salen las palabras que ya nunca te escribo. Recorren tu cuerpo hasta tu boca y ven la luz con un verso. La poesía más simple, se escribe a besos.
¿Cómo le decimos al bufón que dejen de improvisar, si todos los planes que ha hecho en su vida han terminado mal?
Poco importa las vueltas que quiera dar el destino, tú eres mi constante en el tiempo, yo encontraré el camino.
Los miedos llevaban meses esperando una brecha en sus defensas mentales para poder hacer de su sueño, la pesadilla de tener que volver a aprobar el colegio.
Como un martilleo suave y constante que viene de algún lugar lejano de la casa, en mi pecho latía tu ausencia desde que no estabas.
Todo lo que vuelve nunca se fue realmente el escondite siempre hace que desaparezca aquello que solamente está buscando su momento.
Los sentimientos pasan las emociones cambian pero las palabras permanecen para que alguien pueda encontrarlas cuando más las necesite.
Tatúas tu tinta con tanto talento,
tanteando el tenue tacto del tiempo.
Si escribes y vives intensamente, lo más probable es que tus palabras se acaben volviendo profecías autocumplidas.
Sobre la mesa descansaba un trozo de papel arrugado con las palabras: «gracias, eres el mejor» que hacían que se sintiera afortunado, por el valor que le añadía la persona que se encontraba al otro lado.