Cuando camina
aún se escucha
muy muy de fondo
el sonido de cristales,
porque sigue roto
en alguna parte.
Aún le quedaba un atisbo
si detenía al villano
antes de que pulsara el botón de autodestrucción,
enemigo de sí mismo
sin espacio para el error.
Interludio
entre dos silencios
Intervalo
entre tus miedos.
La vida
no se mide en años
sino en experiencias trascendentales
y solo leyendo
la esperanza de vida
aumenta de lustros
a décadas.
Es algo que las matemáticas resolvieron hace mucho tiempo,
cuando el amor se multiplica
en vez de dividirse,
ese es el lugar.
Avanzo movido por la rompiente de las olas, que me desorientan, me golpean y me dejan sin aliento. Hasta que la siguiente marejada me lleve.
Vuelven a encontrarse
sobre mi almohada
las lágrimas que salen
de mi cielo
hasta tu alma.
Qué suerte:
tu cuerpo, mi cuerpo,
tu alma y mi alma
formando un trébol
de cuatro hojas.
Esta cuenta atrás
no se detiene en cero,
sigue bajando sin medida
como si nadie pudiera ponerle freno.
A la mujer maravilla
solo le faltaba
creer en sí misma
para desarrollar
todo su potencial.
Me detengo
en el ahora
y apareces en mi mente
sonriendo,
orgulloso por lo que conseguiste
en paz,
feliz,
por nosotros.
Paradoja emocional: viajé en el tiempo para recuperar los juguetes de la infancia que perdí y una vez me hicieron feliz.
La risa contagiosa,
contigo,
a medianoche,
también es un tipo de felicidad.
El mar sigue destruyendo mis muros
para que los rehaga con una arena diferente cada vez.
Ojalá te hubieras quedado hasta el ocaso de mis días
y no echándome de menos el resto de ocasos de tu vida.