El raciocinio
avanza por mi cerebro,
como una aguja de tocadiscos,
abriendo las grietas de un volcán
que erupciona en un torrente de infinitos pensamientos.
En mi deseo de cosas imposibles,
siempre aparece tu nombre
con un «escribiendo…» debajo.
Amontínate contra la derrota
y la inspiración te buscará a ti.
Siempre estaba en guardia
nunca en la guarida.
Lo diste por sentido
sin haberlo sentado
y nada lo mantenía
sujeto a esta realidad.
Las mudanzas nunca acaban
solo perdemos las cajas que nos ralentizaban.
Somos nómadas de vivencias
incapaces de llevar la mochila
con el contenido justo
para que el viaje
no se vuelva una odisea.
Tu boca sabía a eternidades
en una historia de microcuento.
Intentaba mantener el paso
dando saltos de fe
y esperando que algún fracaso
hiciera a su musa volver.
El subconsciente no podía aguantar tanta carga,
así que esperó a que su cerebro se durmiera para poder soltarla.
Los verdaderos bloqueos creativos se parecen más a pelotas de papel llenas de tinta y arrugados, que a impolutas hojas en blanco.
La sobrestimulación,
a la que estamos sometidos,
roba más ideas que la procrastinación.
Quizá aún no lo sabes, pero puedes hacer cosas extraordinarias sin ser la mejor versión de ti mismo.
Explícale al mar
que no necesitas herirle
para poder avanzar.
Cansada de hibernar
la flor decidió
que la sinfonía
estaba en sus hojas
y no en la música.