Iluminada estancia.
Se observa desde el exterior del edificio en plena noche.
La imagen se va acercando.
Desde la posición de oscuridad total, con solo un punto de luz en la lejanía, se avanza lentamente hasta que nos ciega la lámpara de araña que da vida a la imagen. Estamos dentro de la habitación. En el fondo una majestuosa arpa descansa. Se ve, al triste instrumento, envuelto en el polvo del tiempo, a la espera de que un joven niño soldado, vuelva de una guerra.
Se sentará con arrugas de viejo y el tormento de los recuerdos asolando su rostro. Pero cuando sus manos rocen las cuerdas, volverá atrás en el tiempo. La sonrisa, ese género de fantasía en su semblante, retornará como un viejo amigo. Casi, se podrán vislumbrar las notas salir y volar por la estancia. Con una forma elegante, traen el calor al hogar, para finalmente alejarse por la ventana. Se apaga la luz de la morada mientras salimos tras su estela. Fuera está amaneciendo y nada vuelve a ser lo que era.