Nunca regresamos a por ti,
mi soledad se fue con amigos,
mi locura se hizo mayor,
mis recuerdos perdidos,
y tú vacío lo llenaría yo.
El orgullo me impedía dar la vuelta y el miedo avanzar. Daba igual.
Cuando recorres el camino equivocado no importa la dirección.
Se había inclinado tanto que si él no sujetaba su mano, ella caería al fondo del pozo desapareciendo en la oscuridad más absoluta.
El héroe sin antifaz tardó en darse cuenta de que hacía ya una eternidad que ella no necesitaba que nadie la rescatara.
Aunque el tiempo se había llevado toda la historia, aún podía sentir la inexorable fuerza que le había llevado a escribirla.
Si rellenaba los demás huecos lo suficiente, las paredes cederían un poco y el vacío que sentía parecería un poco más pequeño.
Un escritor debe ser un magnífico mentiroso, capaz de transmitir sentimientos e ideas que nunca ha tenido por qué vivir.
Antes de irse a dormir, contemplaba el mañana como un nuevo enigma a resolver y se preguntaba si habría solventado el de hoy.
Seguía recurriendo a la rima fácil, la sonrisa ensayada y el halago educado.
Fingiendo que no existía el abismo que tenía dentro.
Esperaba apoyada en la ventana el regreso de su locura.
Como si esta pudiera viajar en barco y regresar cada noche junto a ella.
En este nuevo orden mundial, me convertí en un viejo músico tocando lento con el laúd los recuerdos que tú querías olvidar.
Soñar de vez en cuando estaba bien, pero era en sus pesadillas donde podía enfrentarse a sus verdaderos demonios.
Si todo sucede por alguna razón,
si el tiempo está dándonos una tregua,
si la suerte vuelve de nuevo a juntarnos
si no…
sí.
Que complicado resulta a veces no condenar todo un pasado de recuerdos por un hecho aislado que ocurre en un presente concreto.