Cuanto más camino recorras, menos se parecerá el final al principio. A menos que todo quede cerrado en círculos perfectos.
Tras los atajos eludí las trampas,
luché conmigo mismo
y de nuevo nada.
Vuelta a la ruleta,
mismas cartas.
32 rojo,
gana la banca.
Pasó mucho tiempo hasta que llegaste a entender lo que ya sabías.
Que no lo habías encontrado,
que simplemente dejaste de buscar.
Costaba aceptar que tras la soledad que había marcado la distancia solo había eso, más soledad.
Nos han enseñado que las cosas se rompen cuando se separan y a veces olvidamos que muchas vienen ya rotas de fábrica.
A menudo permanecía quieto, porque el mundo no gira siempre a la misma velocidad ni dirección. Todo depende de los momentos.
Era exteriormente una capa de cinismo, seguida de un gran corazón y soledad al llegar al fondo. Tenía miedo a la presión.
En los sueños podemos viajar en el tiempo y ver a otra persona tal y como lo hacíamos entonces. Antes de que todo cambiara.
Si preguntas por ahí todos te dirán que no se escuchaban los pasos que precedían a la llegada de un nuevo giro en sus vidas.
Empezamos esta aventura,
con mapas sin tesoro,
máquinas sin tiempo,
venciendo guerras,
perdiendo batallas,
incumpliendo sueños.
Volverían a encontrarse cuando los dos dejasen de pensar en el otro.
El tiempo pasó.
Pero él nunca pudo dejar de esperar por ella.
Si al buscar no nos encontramos
y al soñar, nos despertamos.
Tendremos que crearnos tal y como algún día tendemos a llegar a ser.
Quizá porque siempre fue poético
o porque así debe ser
el cielo se puso negro
y en aquella despedida comenzó a llover.
Esas cosas buenas que yo tenía dentro,
las que estuve buscando
y que tú echabas de menos.
Reaparecieron.
Cuando te fuiste de mi lado.
En ese desequilibrio que da llegar demasiado tarde para un cambio y demasiado pronto para continuar igual.
La nube dudaba estar hecha para la felicidad.
Cada vez que se acercaba al sol, la tormenta comenzaba a descargar en su interior.