Se nos fue la magia
e hicimos de aquello una pseudociencia extraña
donde no nos salían las cuentas
y la inercia nos aprisionaba.
Tras caerme me di cuenta de que un camino oculto surgía a mi derecha
Era arriesgado y diferente, justo lo que estaba buscando.
Algunas historias vuelven tras un periodo de largo silencio, como si alguien cogiera de nuevo el libro que dejó abandonado.
Te borré de mi lista de amores para la historia porque nunca fui capaz de perdonarme la forma en que arruiné las cosas.
Siempre se equilibraban
los motivos por los que te quería,
con aquellos por los que te odiaba.
Inestabilidad exacta.
Un día tus ángeles y mis demonios
rompieron esta tregua,
me devolviste la sonrisa
en tierra de nadie
y estalló la guerra.
Quizá la amistad consista en tener a quién contar dónde escondemos nuestros pilares, por si un día nos llegamos a derrumbar.
Nunca fuimos de rendirnos.
Por eso, en vez de cambiar de río cuando venía un recodo con rápidos, construíamos una mejor barca.
Al final consistía en elegir a quién traicionar:
A ti, acabando con lo nuestro.
A mi corazón, que ya no sentía igual.
Tal vez todo está tranquilo porque llevas un tiempo girándote en la frontera de tu zona de confort.
Es hora de salir fuera.
Intentamos crear recuerdos haciendo planes perfectos y pronto nos encontramos olvidando todo aquello que no fuera improvisado.
Aguantaron un poco más,
pero la suerte ya estaba echada.
Y tenía con las oportunidades la fe del francotirador.
Que deja pasar algunas ocasiones, sabiendo que tendrá un disparo mejor.
Determinadas personas vuelven a tu vida sin que haya más explicación que aprender la lección de no volver a abrir esa puerta.