Seré una fuga constante
en la presa de tu decisión inamovible.
Hasta que tu cuarto se inunde
y tengas que salir a buscarme.
Si el olvido no llega, después de tanto tiempo, es que probablemente no estemos huyendo en la dirección correcta.
Crecer tras cada ciénaga del camino
para que cuando nos obliguen a cruzar la puerta cero, esta nos quede demasiado pequeña.
Que si vamos a rompernos cada cierto tiempo, habrá que aprovechar para que lo tóxico de la vida se evapore por las grietas.
Apagamos los destinos
y el libre albedrío nos pilló sonriendo como niños.
De nada sirve la luz encendida contra los monstruos bajo la cama.
Hay que combatirlos antes de que se fundan las bombillas.
Caminaba descalza por la playa,
pero no dejaba más huellas,
que los recuerdos que le pesaban.
-Sé lo que hace usted con nuestros cómplices – le decía el corazón a la razón – los liquida cuando se vuelven una amenaza.
Le regaló un salvoconducto
para poder recorrer su camino
sin tener que elegir a cada paso
entre perder o perderse a sí mismo.
Las relaciones personales son como los nudos:
de apriete,
de reversibilidad,
autobloqueantes,
de debilitamiento,
y de estabilidad.
Es inevitable.
Como romper las burbujas del envoltorio,
como buscar estrellas en la noche,
como sonreír cuando pienso en tus ojos.
Ni la lluvia ha podido borrar
la marca que dejé a la derecha de tu portal
Como una tinta que no se deshace
pase el tiempo que pase.
Erróneo es buscar la eternidad
para no volver a sufrir la pérdida.
Al recibir su primera rosa recordó la diferencia entre querer y amar que estableció el Principito
Y que al final de todo, acabaría por separarles.
Algunos conflictos implican un duelo, aunque a veces se nieguen hasta antes del combate, se sufran heridas y al final se acepte.