Cruzar el desierto que se forma en el interior de un reloj de arena tumbado,
donde el tiempo es infinito.
Eso es esperar.
Todos me leen,
pero solo me comprenden de verdad,
aquellos que están recorriendo las mismas calles
de ese infierno particular.
Era como un aterrizaje interminable,
con los pies casi a ras del suelo,
sin poder llegar nunca a tocar tierra.
-¿No te duermes?
-No…
-Yo también me acostumbré a no dormir esperando a alguien.
-Por nosotros.
-Por las noches de insomnio que hagan falta.
Todo escritor debe ser un trilero maestro,
capaz de hacer historias perfectas
sin que nadie encuentre nunca
la canica de su alma.
Por tus curvas,
tu capacidad de borrar las huellas que han pasado.
Por siempre esperar.
No podía irme sin escribirte a ti,
Mar.
Querías encontrar a alguien
que te ayudara a perderte
y no hacías más que perder
a quienes te ayudaban a encontrarte.
Los trenes se marchan,
las vías permanecen.
Fuimos dos trozos de madera
que se encontraron vagando a la deriva
y pusieron un rumbo fijo
como botes salvavidas.
Seamos como la marea que sube,
sin miedo a romperse
una y mil veces,
resurgiendo de nuevo con pasión,
hasta alcanzar sus metas.
Hacías de los momentos
tu lista de reproducción,
los más escuchados,
no solían ser tus favoritos.
Porque las 4 estaciones caben en una.
Ahora mismo tu primavera
está avivando el final de mi verano.
Encontrabas lo que buscabas.
Lo querías, pero nunca lo tenías.
¿Era mala suerte fallar
hasta tener lo que merecías?
«No escribas más sobre mí»
Te hice caso y desde entonces,
solo me he dedicado a no escribirte nada.
De nada.
La vida trata
de tomar decisiones al giro de una moneda
y tú y yo
siempre nos damos de “cruces”.