El niño apuntaba todo lo esencial
para que la madurez no le hiciera olvidar
lo realmente importante.
Los intentos solo se recuerdan en el fracaso,
porque en los aciertos se dan siempre por sentado.
Cuando no encontramos la solución a las preguntas más sencillas de la vida, podemos acabar buscando respuestas en los lugares más indeseados.
No se trata de cumplir etapas hacia el futuro, sino de comprender que tú y yo estamos construyendo algo inigualable, que no todo el mundo es capaz de tener.
Mientras tus palabras me acompañen, tanto en lo anodino como en lo más importante, creo que todo va a estar bien.
Las rachas no importan,
si la corriente del viento
nos acaba llevando
a donde queremos aterrizar
todos los días de nuestra vida.
Siempre llevo un enhebrador de agujas en el bolsillo, por si el destino quisiera desviar nuestro hilo, nosotros podamos siempre volver a estar unidos.
Pero aquel sitio tenía algo que no poseían otros lugares, eso retuvo sus pasos durante un tiempo, hasta que comprendió que debía construir uno que fuera capaz de no limitar sus sueños.
Arder
por lo que quieres
como una luciérnaga
abriéndose paso
en esta oscuridad.
No podemos
recorrer hacia atrás
las baldosas del pasado;
pero podemos construir
un camino en paralelo
para volver al lugar
en el que volver a ser
lo que fuimos.
Caminaremos
todos los pasos necesarios
hasta que al mirar atrás
no sepamos con seguridad
si todo fue un mal sueño
o una extraña realidad.
El pasado es un trastero
de un tamaño finito
en el que tú decides
la decoración, el color y las cajas
que van a albergar
toda una vida
de recuerdos.
Nunca será igual,
mover una carpeta a la papelera de reciclaje,
que tener que quemar un álbum entero de recuerdos.
De algunas pérdidas
solo aprendemos
a echar de menos
sin llorar en el intento.
Nadie aguanta el peso
de llevar al cuello
tantas llaves
como historias sin cerrar.