La venganza nunca liberó la agonía, pero por alguna extraña razón le llevaba por una senda que bordaba la locura.
El despertador rompió la tregua que había mantenido durante toda la noche con el silencio. Comenzaba la batalla de levantarse.
«Lo que hagas en año nuevo, lo harás el resto del año» Sonrió, lloró y cometió errores. Quería un año repleto de sensaciones.
Mientras no eligiese, todo seguía siendo posible. Pero el tiempo no estaba de acuerdo.
Siempre se repetía la historia de su vida para no olvidar quién era. Pronto descubrió que los recuerdos a veces nos traicionan.
Allí permaneció mientras el imperio ardía a sus espaldas. Ni siquiera aquello consiguió sacarle un gesto de indiferencia.
El niño abrió por fin su regalo soñado. Lo cogió y fue corriendo hasta su casa. Papá Noel había vuelto a confundirla con la del vecino.
Para ella, él existía a través de sus libros. Pero las historias no duran eternamente.
Se metió un calcetín en cada mano y poniendo voces hablaba con ellos. Por mal que fueran las cosas siempre viviría como un niño la mañana de Reyes.
Pasó las navidades aprendiendo del pasado. Cuando quiso darse cuenta, su futuro había cambiado
Cuando la locomotora rugía tan cerca que podía oír los jadeos de pánico del maquinista, cruzó la vía con los ojos vendados.
El destino siempre se cobra alguna pieza. Ahora caminaría con una pesada carga, más incesante que su acelerada respiración.
Tras contemplar aquel cuadro, comprendió que su vida era una imagen atrapada en un lienzo y vallada por un marco. No se podía mover.
El viejo escritor cogió un lápiz y un papel. Podía destruir civilizaciones o salvar generaciones con un simple giro de muñeca.
Escribió un libro inventándose su vida. Lo estudió día y noche. Y es que nada ocurre hasta que no se retiene en la memoria.
Comenzó tras la estela de miles de escritores que idolatraba. Pronto alcanzó fama y fortuna. No lo entendía. Solo escribía por placer.
«Creo que ha invocado al rayo…» El llanto de su hermana le devolvió a la realidad. El mundo de fantasía se estaba desvaneciendo.
Huyó del tiempo ocultándose entre los recuerdos de la gente. Por eso nadie escribió su cuento. Ni lo harán, hasta que alguien le encuentre.