Y lo olvidó como solo puede hacerse con las buenas cosas de la vida:
Huyendo,
quemando puentes,
enterrando momentos,
sin detenerse.
Allí estaba otra vez la sensación de querer algo irracionalmente, cuando se tiene o se puede tener algo ciertamente mejor.
Cuando el destino esté marcado,
solo quedará en nuestras manos elegir los finales.
Que sean hasta nunca.
Que sean hasta siempre.
Voy a empezar de cero,
si quieres te puedes venir,
solo puedo prometerte que será inesperado.
nunca he sabido muy bien a dónde ir.
En ese desequilibrio que da,
llegar demasiado tarde para un cambio
y demasiado pronto para continuar igual.
Se volvían a encontrar,
en cualquier parte,
viéndose sin hablar,
como si una extraña fuerza
evitara que se pudieran separar.
No todo el mundo puede romperse en mil pedazos, para eso hay que haber luchado por al menos mil y un sueños.
Con la tristeza que da,
un futuro que no compartiremos
y la esperanza de que algún día volveremos a vernos,
se crea este silencio.
Prométeme que el tiempo, que estemos sin vernos, no borrará todo lo que hemos pasado.
Aunque este destierro dure miles de años.
No es que se hubiera apagado la llama,
es que simplemente un día,
dejó de interesarnos el fuego.
A veces, tanta racionalidad junta, solo es la muralla que contiene una insaciable locura.
La vida es una serie de eternas despedidas donde no importa quién se va, sino lo que queda en el alma de los que se despiden.
En ese mismo instante descubrí,
que sonreírte había sido el acto más reflejo que había tenido en toda mi improvisada vida.
Algunos recuerdos son como abismos, si te asomas demasiado es casi imposible volver entero.
Las palabras no sacan el veneno,
pero alivian el dolor de la herida.
Perdimos los papeles
e improvisamos la vida.
Si en unos años
algo de todo esto sigue teniendo sentido
Vuelve a buscarme.
La vida son momentos
y este,
parece no ser el nuestro.
En mi infierno personal,
todos los demonios tienen tu risa,
yo soy ciego
y tú no estás.