Pese a la desidia
a empezar de cero,
como si algo hubiera terminado.
Despertó el primer día del año dispuesto a cumplir sus sueños.
El día que descubres que existe alguien dispuesto a hacer arder el mundo entero por ti, es el que dejas de ser un pirómano.
A la mente le resulta tan difícil destruir lo que con esfuerzo le costó crear: él la imaginó perfecta y ya no pudo volver atrás.
He vuelto al mundo que creamos juntos.
Las ruinas de la ciudad que saqueamos al final, son ahora un muro para el arrepentimiento.
Él era en su vida como la extraña canción que todo el mundo lleva en su mp3: no encajaba con las demás, pero a ella le encantaba.
Se había tatuado a fuego los propósitos del nuevo año, porque a pesar de todas las caídas, nada impediría que los llevara a cabo.
De nuevo volvía a acostarse entendiendo aún menos el mundo y esperando paciente la excepción que hiciera que todo valiera la pena.
En unos años ella tendría que olvidar todo aquello y renegar de su pasado para sobrevivir. Mientras tanto, disfrutaría lo máximo.
Leyó en un libro que “de la realidad solo percibimos aquello que perseguimos.”
Algo no debía funcionar porque seguía sin ver a Peter Pan.
Durante los ronquidos de mis compañeros de celda comprendí que era demasiado cobarde para vivir con arrepentimiento.
Él no podía controlar nada de lo que ella hacía, así que se dejó arrastrar a un carrusel de sorpresas sin tiempo ni medida.
Entonces no fue,
mientras no es,
y tampoco será
Porque el azar juega al ajedrez
y tú llevas toda la vida sin mover.
A veces todos somos carceleros de los demás. Construimos celdas para que no se vayan lejos o cadenas para que tengan que volver.
-¿Qué crees que ve la gente en tus ojos?
-¿Miedo?
-Tristeza
-Bueno, al final el miedo acaba tomando una forma u otra.
Hay dos tipos de personas: las que se convencen de que aquello que han encontrado es lo que quieren y las que siguen buscando.