Si estamos destinados a fallar,
fracasemos estrepitosamente,
como si nos quedase toda una vida por aprender.
Quizá una de las mayores paradojas del universo
sean las cosas perfectas que no pueden ser.
Tú decides
marcar con tiza las líneas que delimitan tu camino
y como un niño
a la pata coja saltas al otro lado
trazando un nuevo destino.
Como un loco iré hasta tu balcón
con un megáfono en la mano
a convencerte
de que existen las hadas,
de que hay magia en tus hoyuelos,
de embarcarnos en una aventura pirata
y de que siempre fuiste la mejor,
aunque otros intenten hacerte de menos.
Había días que el reptil no sabía ya,
si era más veneno o más serpiente.
Ninguna persona camina en silencio,
si la determinación acompaña sus pasos.
Tu voz provoca en mi cabeza,
la misma sensación,
que los pies descalzos sobre la hierba.
Aunque en aquellos momentos era incapaz de moverse, el tiempo seguía avanzando.
El reloj no estaba preocupado, sabía que tarde o temprano acabaría acertando.
Da igual a dónde huyamos,
la verdad acaba por alcanzarnos a todos.
El problema es lo lejos que estemos de nosotros mismos,
cuando esto suceda.
Me pregunto si te siguen dando miedo los días de lluvia, por si el agua pudiera llegar a liberar, todas tus dudas enterradas.
Como en una película bélica
me hago el muerto esperando que alguien venga a rescatarme.
Como en una guerra real
tu recuerdo pasa haciendo su ronda y acaba por rematarme.
Tapaba los vacíos con cuadros,
negando la inherente realidad
de que aquella pared estaba en ruinas.
Esta es una de esas canciones
que sirven para decir
todo aquello
que ya no somos capaces de decirnos.
Hay quien lleva
tanto tiempo encerrado en sus adentros
que en vez de salir ahí fuera
acaba por arrastrar a los demás hacia su jaula.
Allí nada conserva su realidad.
En algún lugar del planeta todos gritaban que eran campeones del mundo.
Mientras tanto, yo había sido nombrada Campeona
para defender tu mundo
en un Juicio por Combate
que duraría toda la vida.