Fuimos a aquella despedida con la firmeza del que se sitúa al final del andén, esperando que el tren nunca le pase a recoger.
Nada envidio el momento ni el lugar en el que se encuentren los que se han convencido de tenerlo, cuando encuentren lo que quieren de verdad.
A veces escribir es puro escapismo: liberarte de unas palabras que te atan, en un lugar minúsculo y con riesgo a ahogarte. Para que cuando el telón caiga, no quede nada de ti dentro de esa pequeña obra de arte.
Que bella te ves
con esa sonrisa
carente de los hilos
que restringían tu boca
por el peso de unos recuerdos
que te hicieron caminar sobre un precipicio
y que hoy, has convertido en el puente hacia tu victoria.
La piel siempre será solo piel,
mas hay quien sabe leer entre las líneas de tus cicatrices.
Ella iría a Marte,
la luna que se la bajase,
cualquier poeta poco original.
Pensé que pasarías a buscarme antes de que se acabara el mundo. Pero realmente se estaba derrumbando, porque no nos habíamos quedado el tiempo suficiente como para salvarlo.
El palpitar no lo provocan los latidos del corazón, sino los músculos de la risa.
El destino se hace trampas, porque es incapaz de vivir con la monotonía, de saber siempre lo que pasa.
Volveremos a encontrarnos, da igual el tiempo, el lugar o el contexto, solo tira fuertemente del hilo y allí estaré para vernos de nuevo.
Yo tampoco sé como he llegado hasta aquí. Pero me gusta como tiemblan los rayos de luz de tu ventana, cada vez que susurras mi nombre.
Ella hacía que los viajes nunca fueran una huida de la realidad, sino un reencuentro en otra vida.
Suena el sonido de un despertador.
Durante días sigue sonando, repetiéndose una infinidad de veces, hasta llegar a meses, hasta rozar los años. Y sigue sonando. De tanto posponer la alarma, llegó la catástrofe y ya no queda ningún ser humano para apagarla.
Seguimos tropezando,
sobre las mismas piedras,
los mismos miedos
y distintos charcos.
Ya solo queda
que algún paso en falso
nos lleve a otra caída,
a otro golpe de realidad
y a un distinto páramo.
Donde la suerte
sí impulse nuestro barco.