Los viajes tienen siempre un componente distinto y a la vez igual.
Lo que dejas al marcharte.
Lo que esperas al llegar.
Ni el tiempo es capaz de arreglar las expectativas emocionales.
Cuando esperamos sentir algo que nunca acaba por llegar.
Me pregunto si en los caminos, que dejé a medio recorrer, seguirán esperando mis huellas.
Si el tiempo no las ha borrado todavía.
El escritor de nuestra historia se quedó sin inspiración por la mitad del relato, haciendo del nudo un concluyente punto y final. Un FIN sin continuará.
No te busques entre mis líneas,
porque ya no me quedan palabras
incluso el más mínimo silencio
es una despedida acallada.
-Ya no queda nada.
Y ese día comprendió que la nada también puede ser eterna.
Si no fuera por las pausas acabaría por consumirme.
El hambre del alma que quiere vorazmente todo aquello fuera de su alcance.
Era como un espejo emocional. Su estado de ánimo cambiaba según su interlocutor. Las mañanas en el metro sufría.
Me gustas porque eres como yo,
buscas historias entre las líneas,
silencios entre las notas
y la llave del cielo que se cerró.
Las palabras se parecen mucho al agua.
Muchas pueden ahogarnos.
Una sola puede salvarnos.
Pese a los engranajes oxidados y a los que no encontraban su lugar.
Algunas piezas habían encajado.
La música volvía a sonar.
Cuando descubrimos todas las puertas para nuestro siguiente paso, el agua inundó la planta y tuvimos que cambiar de edificio.
Hace mucho tiempo que no escribo acerca de nadie y, sin embargo, hay algo de todas las personas de mi vida entre letra y letra.
El destino seguía golpeando a la vida cada vez que se alejaba del camino que él había marcado.
Como si no surgieran cosas buenas en los caminos equivocados.
Si te atreves sonríeme y muéstrame con tus dientes lo que tus ojos llevan diciéndome desde hace tantos meses.