Hay quienes nos quedamos,
pudiendo huir,
porque no se trata de resistencia
sino de permanecer
en el lugar que elegimos
ser nosotros mismos.
Corazón de niña
espontáneo y atemporal
como una vida,
indecisa
entre el quiere y el debe,
nunca cambies
que en tu alegría
hay una magia
que nunca se olvida.
Cada aprendizaje lleva su tiempo,
y la energía que ponemos en ello,
es lo que determina hasta donde llega nuestro vuelo.
Al igual que pasa con nuestra nariz, el cerebro tiende a obviar los barrotes de la cárcel que llevamos a cuestas.
A veces abro el viejo email
y me llegan recordatorios
de vidas
que ya no son las mías.
Todo lo que escribes
tiendes a vivirlo
aunque esto solo ocurra
en los recónditos recovecos
de tu mente.
El universo
empieza y acaba en ti
todo los demás
es materia negra
y oscuridad.
Quizá queramos
ver que alguien
comparte una tristeza
que en cierto modo
toca con la nuestra.
Pero que al final,
nos aguarde un cambio
hacia la felicidad.
Todo lo bueno
que hay en nosotros
nunca desaparece,
solo hiberna
hasta que llega
una ocasión
que lo merece.
Quédate con quien espera a que terminen tus créditos para ver contigo otro final, que da paso a un nuevo comienzo.
Quizá,
con los tintes de cariño necesario
el espacio en blanco de calma
y tu mano,
vuelvas a recrear tu magia.
Nos dimos la mano
tímidos bajo la mesa,
pero llegará el día
que la levantemos
de orgullo
porque nuestro momento
empieza.
Siento
que esa armadura
que me protegía
se ha fracturado por dentro
desde que ya no estás.
Como las huellas dactilares
determinados abrazos son únicos e irrepetibles.
Nunca he tenido miedo a detenerme, parar por completo siempre despierta en mí, algo nuevo por descubrir.