Quizá si te vuelvo a ver,
y te mire a los ojos
y ya no sienta nada.
Ya no habrá
nada que reprochar.
No te fíes de estos versos
escritos a golpe de tinta
en las paredes de esta cárcel.
Pertenecen a otro época,
en la que las palabras
estuvieron a punto de ahogarme.
Si en este momento de mi vida,
yo no sabría ni dónde buscarme
¿qué te hace pensar que tú podrías encontrarme?
El instinto de supervivencia
hará siempre del ser humano
un ser irracional
y ahí está su eterno conflicto:
nadie quiere sobrevivir
pudiendo vivir.
Deberías irte y yo,
debería escribir,
sin escribirte.
Porque eres arte y yo,
te acabé por olvidar,
sin olvidarte.
La realidad nunca supo hacer una buena adaptación a la gran pantalla que era tu vida, del libro en el que guardabas tus sueños.
Todo se volvía pura improvisación.
Me he tatuado bajo el cuello
la única verdad que podría romperme.
Para que cuando estés dispuesta a irte,
no necesites mancharte las manos,
solo pronunciar las palabras exactas.
Porque las despedidas se responden con silencio
y los puñales se clavan por la espalda.
Pronunciar su nombre
y que suene vacío.
Punto para el olvido.
Hacía viento en la playa y yo intentaba peinar tu pelo, mientras tú mirabas al mar.
-¿Cómo se olvida algo que has sabido siempre?- me preguntaste.
-Igual que se recuerda aquello que no ha pasado nunca.
Llovía fuera mientras miraba distraído aquella postal.
La máquina del tiempo insiste,
en que no hay ningún futuro llamado «nosotros».
Me da miedo preguntar por el pasado.
Hoy he vuelto a verme
en el día más triste de mi vida
y también en el más feliz.
El brillo de mis ojos no se ha ido,
aunque a veces parezca que no esté.
No me doy por vencida,
tarde o temprano volveré.
Acabé con mi musa de un plumazo.
Se puede seguir el reguero de tinta hasta esta hoja.
Era ella o yo.
Dejó aquí mi último alegato.
Por si no sobrevivo a la hazaña que supone,
cruzar este océano de páginas en blanco.
El primer beso siempre se da,
con el corazón entreabierto
y los ojos a medio cerrar.
Nadie que te oiga respirar fuerte mientras duermes,
dirá que es música abrazando al viento.
Para eso está la poesía,
para que leáis lo que yo veo.
Maldito aquel que descubra que vivía enamorado de la idea del amor, la mañana que despierte abrazado a un completo extraño.