Muéstrame las playas
en las que has naufragado
y yo te enarbolaré las banderas
de la libertad que estás buscando.
La voluntad
me impulsaba cada vez que doblaba las rodillas
pero mi cuerpo acabó agotado
de luchar contra causas perdidas.
Este piloto en automático
de emociones reactivas
y cruces en cada día del calendario.
El mar sabía
que para poder crear
primero había que destruir ciertos castillos de arena de la playa de su vida.
Veo los hilos que tiran de mí
y hacia dónde me quieren llevar
como una posición de Zugzwang
en la que no soy capaz de decidir el siguiente movimiento a realizar.
El destino hace que las cosas lleguen cuando deben, pero no siempre cuando más se necesita.
Cualquiera puede bailar
sobre la tela de una araña
que se fue para no regresar.
Nunca será suficiente
cuando la vara de medir
siga estándares exigentes.
Fingiremos
seguir las reglas del juego
para luego enfurecer
por cumplir aquellas normas
que quisimos eliminar.
Cabalgué sobre expectativas que necesitaba,
pero que no pudieron cruzar la realidad que me asolaba.
La única forma de seguir creciendo
era enterrar las emociones
para llegar a la altura de las circunstancias.
La inevitabilidad del tiempo
hacía que hasta los días más lejanos llegasen y al mismo ritmo se alejaran para no volver.
A veces
oigo a la ilusión gritar
pero como si fuera una emoción
se desvanece antes de que pasen 90 segundos.
Imposible salvar del error
a quien no acepta nunca
estar equivocado.
Sus pensamientos giraban
como el ventilador del techo
en círculos
hacia ningún sitio
y muy lejos.
Cuando este calor nos diga
que el verano se ha quedado para siempre en nuestras vidas, pasaremos páginas, coseremos heridas y gritaremos en lo alto por otra oportunidad que aún no demos por perdida.
A medida que se aferraban a su equidistancia, cedían metros de injusticia por cada uno que se alejaban de la justicia más básica.
Como un daltónico
que intenta sintonizar
desde la carta de ajuste
cómo pinta el siguiente capítulo de su vida.
A la hora de dormir,
la mente intenta buscar las respuestas que jamás encontrará
en el mundo de los sueños.
Los días
se convirtieron en números
de una serie
que no acertaba
ni por error.
La ruleta ya se había puesto en marcha y solo era cuestión de tiempo de que saliera su número, con un ticket hacia lo desconocido.
Salto entre charcos
hasta alcanzar tus mares.
Ajusto la resonancia
de mi cuerda más sensible
con una vibración descontrolada
que deja ecos en todas partes.
En el canto de una moneda
se dividen los finales de los principios,
pero a veces solo deseamos que la rueda siga girando.