El peso de esta inseguridad
no me deja decirte que te quiero
y pasará una eternidad
si no te lo oigo decir a ti primero.
Nos hicimos de recuerdos
para volvernos inolvidables.
Qué sabe el cambio climático
sobre el frío que hace
desde que tú no estás.
Aún me sigo preguntando si en el mundo hay más parejas que se quieren o individuos que se juntan por miedo a estar solos.
Dime algo que no sepa
como que has decidido volver
no hace falta que me mientas
las dudas no se irán del todo,
pero nada importante de verdad
se tiene del todo claro.
Cada vez que me marcho, que huyo, que me escondo, siempre me alcanza alguien antes de que lo haga yo. El miedo de los demás a que me pierda, evita a veces la propia introspección.
Antes de que empezáramos a jugar, cambiaron las reglas de este sitio y justo cuando salíamos a remontar, dieron por finalizado el partido.
Conocer gente es comprar un boleto a otro universo, las probabilidades son infinitas si somos capaces de hacer el viaje hasta el final.
La importancia de volver a nuestra tierra para no llegar nunca a marchitarnos.
Yo te sigo recordando da igual cuánto dure mi tiempo no te vas a ir, mientras tenga memoria suficiente para traerte a la vida con mis pensamientos.
El insomnio me susurra al oído palabras de inspiración dorada y yo ya no sé si me quedo despierto esperando a mi musa o a que el sueño me abrace entre sus sábanas.
Incluso los peores años, tienen cosas y personas rescatables. Si lo piensas bien, este no tendría por qué ser diferente.
Una vez al año, admitía llevar el recuerdo de aquella persona pegado a la espalda. La única forma de poder asomarse a la verdad, era mediante la broma de una inocentada.
Aún siguen vibrando las cuerdas
de la melodías que la vida nos dejó interpretar.
Miro nuestra foto, como aquel que mira la imagen de un espejo y no se ve reflejado. Ya no reconozco mi alma sin aquellas cicatrices.
Conforme pasan los años,
lo realmente importante es elegir bien
con qué recuerdos nos quedamos.