Alguien me dijo una vez que vivimos atrapados a nuestra memoria.
Por eso es tan difícil olvidar. El eco del pasado siempre vuelve.
Pero yo, a diferencia de los demás -que se presumían invulnerables- sabía que la verdad acabaría por destruirnos a todos.
Me dijo que cualquier día volveríamos a vernos.
Y yo cada mañana sigo mirando por la ventana.
Por si hoy fuese cualquier día.
Nos quedamos con lo bueno.
Por eso siempre recordaremos más el primer beso, aunque el último sea a veces más importante.
Desde la rama más elevada del árbol que sobresalía sobre el borde del acantilado todo parecía posible. Incluso volar.
Pese a no ser una gran actriz, siempre supo fingir sus emociones. A veces acababa la función, pero nunca sus actuaciones.
Por ti.
Salí corriendo frente a todo tras de ti.
Pero a la hora de la verdad, te dejé ir.
Por mí.
Navegaban en círculos. Eso hacía todo ciertamente más divertido.
Cuando no vas a ninguna parte, el tiempo puede hacerse eterno.
Si bien mi fe en la humanidad estaba perdida, tarde o temprano encontraba libros cuyos personajes me hacían volver a creer.
Había más futuro en su pasado que en aquello que estaba por venir. De una forma u otra, aunque no queramos, todo se vuelve a repetir.
Solo somos un recuerdo oculto en la memoria. Nunca pudimos inmortalizarnos en la instantánea que dejaba el tiempo.
Desechó el arrepentimiento. Aquello era juzgar acciones pasadas sabiendo lo que ocurriría después. Y no era justo.
Era la misma sensación que al despertar de un sueño. Las imágenes del pasado rondaban por su mente sin encontrar dónde posarse.
A menudo la gente confunde una huida con esperar el momento indicado. Ellos son los que más se sorprenden cuando has vencido.
Por aquel entonces había dejado los libros, ya que necesitaba centrarme en la realidad. Podía dejar de leer, pero nunca de imaginar.