A veces siento oír el tañido de tu risa disfrazado de ruido cuando cambio la sintonía entre emisoras. Pero el tiempo pasa y nunca llega nuestra hora.
Es tarde para cambiar las piezas del destino, demasiado obvio sería a estas alturas hacer trampas, nos queda jugar la partida intentando no quedarnos sin cartas.
Alguien cantaba en un concierto, hasta que su voz se volvió un susurro, no importaba de quién eran las canciones, ella rugía hasta hacerlas suyas.
Tu nombre pronunciado igual por miles de personas en tu vida y qué diferente el significado, según quién lo diga. Eres pura homonimia.
Lo nuestro se volvió un amor de eterno viaje de carretera, donde solo queríamos marcar como visto el siguiente punto, sin importar que poco a poco se iban vaciando nuestras maletas.
Mientras alguien se sienta a mirar por la ventana a la noche que se enfría, las luces se apagan y nadie responde al silencio, nadie interrumpe su llamada. Y en el centro de una plaza alguien suspira, porque el orgullo les ha ganado la batalla.
Siempre dejaba pasar mucho tiempo antes de tirar la toalla, para que cuando la verdad diese su mazazo sobre el asunto, ella ya hubiera elegido su siguiente batalla.
– Perdona que entre sin llamar, no encontraba el timbre.
– No te preocupes, para ti nunca cerré la puerta.
He reescrito mis historias, con menos sentimiento y más nostalgia, a fin de cuentas todas aquellas balas, no pudieron atravesar ni un solo centímetro de mi alma y hoy le tengo cierto cariño, a las cicatrices que me dieron alas.
Quiero volver a ser esa niña que corre porque intenta alcanzar algo y no la que piensa que es demasiado mayor para ser viento, porque teme sentirse fuera de lugar.
He tocado la pared del principio de mis recuerdos. Tanto al ir, como al volver, he saltado nuestros momentos. El miedo a quedarme atrapado en aquella risa, parece indicar, que es el lugar donde se esconden todas las respuestas que no dejo de buscar.
Ahora que ya te ves feliz, quizá no recuerdes al villano de la historia, por dejarte marchar. Ahora que los dos sabemos que tenía razón. Desde la más injusta de las soledades espera que, ahora, le hayas podido perdonar.
Nadie busca, fuera de casa, la pieza que falta para completar un puzle gigante. Y sin embargo, los seres humanos la buscamos en otras personas.
Siempre encontramos flores creciendo en lugares inhóspitos, porque la naturaleza lo puede todo, incluso a la intervención del hombre. Todos llevamos dentro esa fuerza, justo delante de «humana».
Se el amor de mi vida
y marchate por la mañana
escríbeme cuando te hayas ido
miénteme y dime que me añorabas
veámonos en un encuentro fortuito
quédate de forma desinteresada
quiéreme como nunca a nadie has querido
y no te vayas ni hoy ni mañana
se el amor de mi vida.