Nunca dejes que los sentimientos apaguen tus sueños de niña.
Los primeros cambian,
los segundos nos acompañan toda la vida.
Te encarcelé en un recuerdo,
hasta que no supe
quién era preso de quién.
Nos volvimos extraños
que recorren un bosque de tiempo,
por caminos distintos,
con la esperanza de encontrarse al otro lado.
A veces pienso que el destino solo es un niño pequeño que va uniendo los puntos de un dibujo infinito que no comprende.
Leer siempre será mi cuerda:
de salto,
de horca,
de vida,
de enlace,
de amarre,
de huida…
Cada 21 de diciembre el sol se quedaba quieto, admirando cómo los seres humanos lanzaban luces al cielo, en la noche más larga del año.
Daba la vuelta a sus historias.
Con principios que duelen, pero se soportan
y despedidas que ilusionan hasta pasar inadvertidas.
Mi corazón no está acostumbrado
a correr largas distancias.
Es más de carreras de obstáculos,
de acelerones,
de meses meditando…
Era una duda constante,
mi miedo a equivocarme
contra sus ganas de abrazarme
y el muro que nos separaba
empezaba a agrietarse.
La vida puede ser como un eterno calendario de adviento.
Solo tenemos que encontrar la parte dulce que se esconde en cada día.
No podrás olvidarme,
estaré siempre en tu vida:
Como una sombra que te impide ser del todo feliz
o
como la persona que la comparte.
Tú decides.
Mientras siguiera ocultando esa parte al mundo, la luna nunca podría brillar más que el resto de estrellas del cielo.
En esta historia Wendy nunca fue con Peter Pan.
Se hizo mayor.
Nunca Jamás se convirtió en su isla para el arrepentimiento.
Cuando la única respuesta posible es esperar, no te pares.
Busca un nuevo rumbo,
sigue remando,
sueña,
acabará llegando…
Cada día que la echaba de menos,
pintaba con tiza un trazo.
A final de año la ciudad resplandecía y ni la lluvia podía borrarlo.
Me marcho como el año,
en doce suspiros,
cierra los ojos,
pide un deseo.
Vuelvo contigo