Los duelos de verdad
nunca se resuelven en un segundo,
son meses de lucha y altibajos.
Con el paso de los años
aquellas verdades que afirmábamos con rotunda admiración, empiezan a arrugarse como signos de interrogación.
Un escalofrío de tristeza
recorre mi espalda
cada vez que cruzo la puerta de Llegadas y no estás tú,
buscando mi mirada.
Esta línea de puntos,
habrá quién la intente cortar
y quién tratará de unirlos.
Tu erosión
no solo no me causo daño
sino que hizo,
más bello mi acantilado
con vistas al mar.
Igual que aprendimos a conseguir
deberían enseñarnos a dejar ir.
Cambió el hielo por el arcoíris,
porque estaba construyendo un camino hacia lo que siempre había soñado.
Ninguna hoja vuelve a caer
si no tiene la certeza plena
de que podrá volar
la próxima vez
que salte a escena.
La vida es como un juego de rol
en la que no dejas de avanzar
encontrando compañeros de viaje,
luchando contra los miedos que nos asolan,
enfrentan los duelos frente a la pérdida
y unas ganas infinitas por ganar.
Las formas que tus dedos dibujan sobre mi pelo, aplacan los torbellinos que se generan en mi cerebro.
La vida no cambia en un segundo
sino en millones de ellos
pero al final solo vemos
el suspiro de toda una secuencia
de decisiones y azares encadenados.
Cuando ya no queden cartuchos
y haya que inventarse las balas
¿seguiremos luchando contra el tiempo
o el silencio se tragará nuestras palabras?
Quizá así mis latidos
se hagan a tu oído
y puedas dormir en sintonía
con lo que yo siento por ti.
Todo lo que me ha traído aquí,
podrá llevarme a donde merezco ir.
Ya solo queda disfrutar del presente
y seguir dando lo mejor de nosotros
dentro de lo que nos permita
este nuevo año que llega.
Que cada campanada
sea un agradecimiento
a todo lo bueno que has hecho
en este año que se acaba.