Cada una de las imperfecciones de mi piel lleva grabado un mensaje claro: quise, arriesgué y me hicieron daño.
Mientras quede espacio por cubrir, seguiremos luchando.
Coge papel y lápiz. Porque hay historias todos los días, pero muy pocos días para la historia. Y hoy va a ser uno de esos días.
Hay ciertas cosas a las que se tiene que saltar sin más. Si las intentas racionalizar, te quedas mirando el acantilado hasta que empiezas incluso a temer la gravedad.
He invertido el mar
para poder andar por tu cielo
pero por más despejado que esté,
no deja de llover todo un océano.
Nadie teme recorrer a oscuras un lugar que conoce de memoria.
Pasa lo mismo con las personas.
Siempre que escribo sobre ti
pongo algo que no es tuyo
para que nadie me pueda decir
que te he plagiado en un poema.
Somos más de las preguntas que nos dedicamos a resolver toda la
vida, que de las propias respuestas.
Donde quedan ruinas, hubo construida una maravilla.
No tengas miedo de crear momentos inolvidables porque puedan acabar, teme recorrer los mismos campos yermos una y otra vez.
El mundo está lleno de ludópatas que no dejan de apostar por relaciones, con ínfimas posibilidades de ganar, hasta caer en bancarrota.
Las peores cadenas son las que nos ponemos nosotros mismos, cuando tratamos de estrechar lazos para unirnos.
La chica del pirsin*
no estaba demasiado atenta*
de que todos sus problemas inacabados*
bajaban a toda velocidad por la cuesta*.
Todo quedaba *pendiente*.
Los vagones que antes descarrilan son siempre el primero y el último.
Lo mismo pasa con los recuerdos.
La racionalidad del amor adulto
siempre envidiará la explosión de locura del juvenil.
Las personas eran como la dinamita,
cuánto más las iba conociendo,
más se acercaban a su llama interior.
Y ella siempre huía antes de la explosión.
Alguien tendrá que aceptar tarde o temprano el término «desconocerte», porque nadie podrá negar, que es prácticamente imposible olvidarte.
No me pienses que voy descalza
y en tu mente hace tiempo que ya solo quedan brasas.