Sigues teniendo miedo a mirar en los estanques, por si un suspiro del viento, dibujase una sonrisa en tu boca y te vieras feliz de nuevo.
Algunos recuerdos son como un oasis en el desierto: te calman la sed, pero te acaban ahogando con el paso del tiempo.
Ella veía a través de la cerradura
un lugar al que llamar casa
pero sentía que debía beber
para poder eludir sus ataduras,
ser pequeña de nuevo,
poder cruzar al otro lado
y volver a hacer locuras.
Tu mejor regalo fue, sin duda, aquel libro que explicaba aquellas cosas de este mundo que carecían de sentido cuando tú no estabas.
Aunque sea listo,
no soy un genio,
no estoy aquí para cumplir tus deseos,
si quieres, vente
te invito a despeinarnos
hasta donde pueda llevarnos este aleteo.
Alguien nos maldijo:
Cada cierto tiempo chocaríamos contra un muro de seriedad seguido de silencio.
Y nosotros éramos vida, habíamos sido hechos para reír eternamente.
Lo perseguía porque era imposible, pero sobre todo, porque no se sentía tan perdida si tenía un lugar al que dirigirse.
Me pregunto si me sigues leyendo como antaño,
con las primeras luces de la mañana,
alegre y optimista, con los ojos entrecerrados,
despeinada, olor a café en la cocina
y buscando que te arranquen la primera sonrisa involuntaria del día.
Tras un tratado histórico,
varias epístolas prerrománicas,
dos ensayos científicos
y unas cuantas fábulas,
le pedí una tregua al mundo
para que dejaras de aparecer
en todas las palabras.
Cada mañana intento
replantarme en otro suelo
cambiar el barro por el bosque,
el desierto por la playa,
el horizonte por el firmamento
y aunque me acueste en el mismo sitio,
mi espíritu viaja cada día más lejos.
He nadado mucho y muy lejos,
para que vengas en tu yate a tirarme las sobras y te sorprendas de que hayas atraído, tiburones, a mi costa.
Construías laberintos de mentiras,
esperando que alguien encontrara tu verdad.
El corazón atrapado
y los pies en estampida,
la caja de jumanji sigue sonando
Tú solo buscas una salida,
porque ves que el tiempo pasa,
el agua sigue subiendo
y la llave hace tiempo
que la llevas escondida dentro.
Quizá esto es todo lo que ahora mismo pueda darte.
Quisiera que fuera más.
Por eso entendería que quisieras marcharte, nadie debe quedarse en un lugar con techos interminables. Sobre todo si ha nacido para volar.
Al no poder olvidar a su amor,
el gato tuvo que cambiar de vida.
Ya solo le quedaban dos.
Hoy he olvidado dos cosas importantes:
La primera, es quién eres tú
y la segunda, es el motivo de estas ganas de abrazarte.