Estoy atrapado en un tiempo infinito.
Entre un pasado que no me suelta
y un futuro que no llega.
Si quieres seguir mis pasos,
no busques los lugares con mis huellas,
el tiempo nunca determina
la importancia de una experiencia.
Tengo los dedos magullados
de intentar que no se cierren
las puertas de habitaciones
que nunca debería haber abierto.
El viento siempre supo
que los mejores secretos
se pierden entre susurros de silencio.
Que aún podemos oírlos.
Vuelves,
esperando que el tiempo haya puesto tanta distancia,
que todo el sentido se haya ido,
y ya no quede nada que perdonar.
Yo solo puedo animarte.
Hasta que no te grabes por dentro
todo lo que vales,
no saldrás adelante.
Cuando una sonrisa
hace su interpretación más auténtica,
los ojos iluminan el escenario
se crea la obra de arte perfecta.
No fue ningún cuento.
Ni ella era Khaleesi
ni una princesa Targaryen
pero al tocarse nuestros cuerpos a oscuras,
ardían llamas.
Es una pena
que la vida no nos separe
Y nos deje
desintegrarnos
poco a poco
hasta que ya nunca
nos podamos volver a juntar.
Pasarán dos, diez o cien
por tu escenario
actuando, improvisando o figurando
pero me recordarás sin excepción
entre acto y acto.
Era la llave maestra que abría cualquier cerrojo,
pero que no fue hecha para ningún cofre concreto.
No te extrañes si los demás no entienden (o incluso temen) lo que un día puedas llegar a proyectar.
Lo mismo era todo
como podía no ser nada
pero con un poco
hubiera saltado la banca
entre nosotros.
Sé que a veces vuelves
y espías todo lo que escribo,
para ver si entre tanta palabra
algún suspiro lleva tu nombre.
Brindamos por los viejos tiempos.
Aquellos que fuimos demasiado cobardes para vivir
y hacer que rejuvenecieran.