Nos enamoramos
del amor
hasta que tuvo
estrés posromántico
y ninguno pudo asumir
el foco del Show de Truman
cayendo en el centro
de nuestra romántica película.
Me gustaba su risa, sobre todo cuando no había motivos, era una apuesta contra la vida, de que iba a dar más alegría, de la tristeza que pudiera recibir.
Con los pies en las vías
voy tocando madera
hacia donde los raíles me lleven
eligiendo siempre yo el camino
con la incertidumbre de no saber
si el próximo tren me llevará lejos o me arrollará como si fuera el mismísimo destino.
Intento salir de este bucle,
pero nunca me dejaste una playlist de despedidas.
Dime si es que alguna vez pudo, el recubrimiento de las palabras, contener todo un sentimiento. Los poetas siguen fracasando a cada verso, pero nunca se dan por vencidos. La resiliencia es su verdadera musa.
A pesar de todo,
sigo encontrando agua dulce
en medio de esta tormenta.
Algún día acabará con nuestra sed.
Vivía bailando,
para que el destino nunca supiera a dónde apuntar.
A mí no me engañas
yo llevo la cuenta
de las lunas que llevas
sin sonreír con la mirada.
Veo más allá
de tu dentadura
con filtro de Instagram.
El corazón hundido hasta más de la mitad para que solo encuentren el tesoro, aquellos capaces de bucear hasta el final.
Tus caricias cierran heridas
que ni siquiera sé dónde están.
Pasas el dedo por encima, formando líneas perfectas de escalofríos.
Cuando llegas al final, las cicatrices ya se han ido.
Me senté a esperarte en un recuerdo,
por el que no pasarías nunca.
Tras todo aquello
te quedaste sin aire
pero en tu interior
sigue quedando música.
Acordeón de nadie.
Todo lo que consigo
viene cargado de una dosis de veneno,
como si el escritor de mi vida,
disfrutase haciendo obras de humor negro.
Ni tan perfectos como imaginábamos que eran los adultos,
ni tan felices como recordamos que éramos de pequeños.
En ese punto intermedio.
Lo mejor de nosotros
en una cápsula de tiempo
en la que quizá
uno o ninguno de los dos
esté ahí para recogerlos.
Tratos de futuros inciertos.
Me quedo en silencio,
agachado buscando los platos,
rotos,
como todos estamos.