Sigo perdiendo cada vez que nos enfrentamos, pero mientras siga jugando contigo por muchos años, solo estaré ganando hasta el infinito.
Aunque lleguen a idéntico sitio
no todos los viajes
llevan al mismo destino.
Un hogar al que siempre regresar,
una zona neutral de problemas,
el descanso cuando necesites desconectar.
Eso quiero que sea para ti
estar entre mis brazos.
Dejó pasar cientos de barcos
porque ninguno llevaba a su destino.
Nunca comprendió que si no ganaba la experiencia suficiente en la mar,
jamás controlaría su sino.
Que alcanzar el siguiente escalón
nunca te cueste los apoyos
que te ayudaron a subir la escalera.
Cuando ya no queden palabras
ni letras, ni suspiros
la poesía te seguirá esperando
para tender puentes
con tus sentidos.
La ciudad de las rupturas
está empedrada de relaciones
que empiezan con un «a ver si surge algo».
Cuando él cruzó el mundo para que se encontraran,
ella comprendió que debía dejarlo todo para poder estar juntos.
Porque a veces la única forma de volver,
es saber que alguien te estará esperando al otro lado.
Dejarse llevar por la corriente del tiempo,
sin saber exactamente dónde se encuentra el siguiente hito,
ni cuando podremos volver a ver la normalidad del mar.
Estamos hechos de las canciones que marcaron nuestra vida.
Somos música de recuerdos inolvidables.
Caen del cielo tus palabras,
lentas como copos de nieve,
arduas como lluvia ácida.
Vienen
y yo ya no puedo confrontarlas.
Siempre vuelvo al mismo lugar
a buscar el primer beso.
Este daño colateral
no deja dolores en el cuerpo
pero recorre invisible
todo nuestro ser:
Una tristeza invisible
que nos envuelve estos días
y no sabemos por qué.
Mereces
cada segundo esperado.
Es solo cuestión de tiempo
que todo lo que te mereces
acabe llegando.
Ella siempre sabía encontrar la luna,
daba igual que algunas noches
pareciera que solo había oscuridad.
Aquella noticia me persiguió como una ilusión óptica tatuada en mi espalda, ya que desaparecía si intentaba mirarla, pero nunca dejaba de estar presente.