Me hubiera gustado quedarme
en alguna de esas historias.
Los inicios y los finales son,
por definición, inevitables,
es lo que hay entre medias
lo que hace la diferencia.
El mundo se divide entre:
los que dan la mano
y los que la sostienen.
Cuando uno se suelta,
los primeros caen
y los segundos sienten un vacío que no se llena.
Conocías el precio que pagaban las personas que pasaban demasiado tiempo en tu mundo de las maravillas. Por eso el conejo blanco me perseguía gritando de un lado a otro, que había llegado la hora, de poner punto y final a toda aquella fantasía.
Como si fueras una luz de navidad estropeada, iluminas mi vida por escasos intervalos de tiempo fruto de tu azar. Poco después desapareces como el viento, dejándome cegado por esta oscuridad que reconozco.
Un laberinto que crece de forma irregular, creando caminos inexplorados, en los que nunca sabes a ciencia cierta, en qué capa de la cebolla estás. Así era conocerla.
Los fantasmas en mi pasado, mis demonios a veces presentes y el futuro a tu lado. No acepto nada menos que un mundo extraordinario.
Haces de tu vida un tiovivo de planes a toda velocidad, al que es imposible subirse. Cada madrugada recuerdas, que nadie quiere esperar su turno, en un parque de atracciones abandonado.
Llamas al timbre,
pero cuando abro solo queda
el olor de tu perfume en el umbral de mi puerta.
La luz acaba por apagarse.
El silencio se agrieta.
Regresas cuando se evapora tu recuerdo.
No permites que, de mi vida,
desaparezca tu esencia.
Tu voz
consigue filtrarse por todos los lugares que dejé a oscuras.
Y al mirar bajo esas cortinas, he vuelto a enamorarme de mí misma.
Quiero que estés, lo bastante lejos como para volar libre y lo bastante cerca como que tus susurros ericen mi piel. Entre medias, toda una vida.
Él era tormenta.
Ella huía del frío.
Así que solo en días de verano, ellos podían ser.
Más allá de esta perfecta armonía que nos envuelve, de esta melodía que nos lleva y de este ritmo, que nosotros marcamos; en nuestra canción, yo me quedo con los silencios, que hacen su breve aparición, justo antes de los besos.
Ya queda poco por decir y mucho por caminar. Así que dime sin palabras, si es hora de dar el paso o de huir sin mirar atrás.
He seguido nuestro baile, paso a paso y pieza a pieza nadie se ha percatado que por un instante he conseguido invocar tu esencia.
Nunca dejará de asombrarme tu capacidad para marcharte en silencio, caminando con los pies descalzos, sobre los destrozos que provocas cada vez que vuelves a mi vida, sin sentir ningún tipo de daño.
Quien se ha cruzado con el amor, sabe identificar a la primera, la temporalidad de ciertos besos y viven en una constante búsqueda de la realidad.