Una ciudad nueva siempre tiene
todas las calles llenas para pintar de recuerdos.
A menudo no sabemos
qué queremos realmente
porque pasamos más tiempo
en el mundo de los pensamientos
que en el de la realidad que nos envuelve.
Cuando transcender
pende de un hilo
la fortaleza mental
es lo único
que te mantiene en equilibrio.
Aún queda tiempo
para reescribir la historia
para que la tristeza de entonces
florezca en la felicidad que he encontrado contigo ahora.
La poesía perdió las alas
y se volvió una eterna compañía
que algunos días esperaba a la puerta de casa y otros, maullaba desde el fondo de la estancia.
Los dos relojes trataban de sincronizar su tic tac
sin embargo uno avanzaba las horas y el otro iba cuenta atrás.
Ni nosotros mismos sabemos muchas veces las cargas que llevamos.
Hasta un tornillo se pregunta
si los resquicios de sus curvas
acaban por encajar del todo.
Aprendamos que la viralidad es demasiado caduca, que la constancia nos mantiene a todos avanzando hacia donde apunta nuestra brújula.
Mientras corro por esta calle adoquinada, las palomas huyen tras mis pasos y las campanas suenan a lo lejos.
Siempre es tarde
para estar a tu lado.
Vuelve a recordar
aquellos amores pasados
que te rompieron el corazón
a ver si han envejecido bien
o tuvieron agujeros de guion.
Celebremos que este día ha llegado, como si fuera el pasado, que aún tenemos tiempo de disfrutar, porque el futuro no nos ha alcanzado.
La amistad
que dura y se mantiene
que no cobra aranceles
vive de confianza y lealtad
no hay moneda en la tierra
que la pueda pagar.
Cada final de mes hago recuento de todas las palabras que no dije
para ver si me cuadran los cuentos.
Eres capaz
de recoger mis emociones más negativas
y hacer con ellas un crucero,
que me lleve a la parte más positiva de la vida.